viernes, 16 de abril de 2010

Un año de intrigas por: Mandrake fuente ErnestoJustiniano.org

Un año de intrigas

16 de Abril de 2010 a las 14:49 por Mandrake

Un año después de la matanza del 16 de abril, el único hecho comprobable del “caso terrorismo” y el único episodio de esta trama que no ha sido investigado, el libreto de la intriga parece retornar al capítulo inicial, que fue descartado incluso por el fiscal Marcelo Soza, apuntador oficial de la producción dirigida desde las más altas esferas del Gobierno del MAS: “Querían matar al presidente Morales”.

Así fue como empezó todo, con el Primer Mandatario recitándole el caso a Hugo Chávez en Venezuela y admitiendo que él fue quien dio la orden de ingresar al hotel Las Américas, donde murieron ajusticiados tres ciudadanos europeos. Se encontraron armas en un depósito de la Feria Exposición que no hubieran servido ni siquiera para un fin de semana de cacería y el ministro de Gobierno, Alfredo Rada, mostró como responsables del plan de magnicidio a un grupo de grandulones que jugaban con bolitas de colores, lo que obligó a los redactores a cambiar el guión y modificar también el título de la película. Así fue que de “magnicidio” pasó a “separatismo” y luego a “terrorismo” y al final también se ensayó con “alzamiento armado”, figuras que hasta ahora no han encontrado ni una sola correlación en los hechos.

Son tantos los “detalles” que no se han investigado que hasta a los directores les cuesta llegar al epílogo del montaje. Un pasaje pagado por la Embajada de Venezuela a Eduardo Rózsa; el papel de Wálter Andrade y la Utarc dentro de la supuesta célula terrorista; un carteo electrónico entre algunos de los sediciosos y connotados personajes de la política boliviana; la actuación del agente del Ministerio de Gobierno, Luis Clavijo, han sido soslayados por quienes se empeñan en contar sólo una parte de la película. Por eso es que la gente no se la cree y eso tal vez explica el intento de relanzamiento de la producción, volviendo a poner en escena lo del “magnicidio”.

En el 4 de abril puede estar la otra explicación de este intento de rebobinar y rodar de nuevo. Ese día, el Gobierno descubrió que toda la superproducción que armó no le sirvió para arrinconar a la oposición de Santa Cruz, que lo madrugó con la séptima derrota consecutiva. Arrestos, traslados y más interrogatorios y como por arte de magia, nuevas líneas que al parecer el fiscal Marcelo Soza las tenía aprendidas desde hace tiempo y que las recordó cuando decidieron ponerle dos fiscales de acólitos, que seguramente tenían instrucciones de revisar papeles y repetir declaraciones, por si algo se le hubiera “escapado” de las manos.

Nadie duda que el fiscal Soza es capaz de llegar a la verdad sobre este asunto, pero hay dos soberanos problemas. Primero, el papel que desarrolló el poder político en la configuración de la trama y segundo, la posibilidad de llegar a la conclusión de que aquí no hubo más que una sarta de desprevenidos que quisieron montar una de apaches y vaqueros y que sin proponérselo terminaron en una novela negra. En el primer caso, existe mucho qué explicarle al país y al mundo. Matar tres europeos no es chiste. Y en el segundo, el argumento apenas alcanza para una tragicomedia de clubes y encapuchados. Lo del intento de magnicidio puede servir, pero todos se preguntan, quién hubiera resultado beneficiado de algo así.

Editorial – El Día


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